sábado, 23 de febrero de 2008

Al caer la tarde



Hoy el día no estaba "pa ná". Gris y triste. Lluvioso y oscuro. Nada que ver con la tarde que rompes de gozo con un izquierdo de tu gente de abajo, cuando envias hacia Sevilla tus embajadores de antifaces morados.

Vale, el día estaba para olvidar, pero tu mirada al cielo la has vuelto a compartir, Padre. Y en tu capilla no hay dia nublado que valga. Estabas tan cerca como cada Cuaresma. Solo tres semanas para que mires al cielo de Triana, y hoy ya se ha llenado de luz la calle San Jacinto.


Que cerquita los dos, Madre e Hijo. Dicen que el nombre de Estrella todo lo cubre, todo lo abarca. Pero al Señor que implora al Padre lo llevamos grabado a fuego desde el momento en que cruzamos miradas. Nuestro Padre Jesus de las Penas tiene en los ojos casi cuatro siglos de oraciones elvadas al infinito.

No dejes de mirar a esos ojos. Te hablaran de las alturas, de lo divino y lo humano. De Triana, de la Estrella, de promesas y de esperanzas.


Este fin de semana recibes besos entregados. No hay que girar para verte. Estas al frente. Siguen tus manos entrelazadas, implorantes, y las nuestras junto a las tuyas.

Estar hoy un ratito contigo anticipa la misma gloria, adelanta el cielo de Triana que se abre dentro de pocas semanas, al caer la tarde, cuando vuelvas a mirar al cielo de la calle San Jacinto.