martes, 4 de marzo de 2008

Hermano nazareno...

...vuelve a llegarte la hora. Vendrán de nuevo las largas filas de nazarenos de Sevilla a conquistar sus calles. Tu estarás en tu sitio, en tu tramo, el que marca la antiguedad en la lista de la cofradía, esa que miras con emoción el día de la salida.

Hoy quiero recordarte, sin sermonear, pero con rotundidad, que no puedes olvidar lo que eres, lo que representas, y el mensaje que vas transmitiendo. Tu fe, la nuestra,se va a poner en las calles de la ciudad.


Ser nazareno es algo grandioso. No es un disfraz, no es una moda. Es algo a veces inexplicable. Busca dentro de ti, en tu corazón y en tu memoria, el motivo por que que sigues siendo fiel al rito.


Honra a quienes te precedieron en la fe y en la hermandad. Saborea el instante de vestir la túnica. Rodeate de quienes mas quieres y de quienes pueden acompañarte en tu estacion de penitencia. Es grandioso partir de casa, sin hablar con nadie y en fila de a uno, con quienes sienten igual que tu. Vive el momento de ponerte la túnica sin pausa y sin prisa. Sonrie, tiembla. Es un año esperando para esto.

No dejes de ser presumido, y cuidadoso. Es decir, un nazareno vigila los detalles. Nada de pantalon asomando bajo la tunica, ni mangas de camisa. Nada de relojes ni pulseras. Tienes todo el año para mirar la hora ¿no puedes prescindir del tiempo por un rato? Del movil ni hablo. Y ciuda el estado de tu tunica, que ha de estar en perfecto estado de revista.



Camina hacia el templo sereno, orgulloso, a compás, sin desarbolar el paso, y por supuesto, en silencio y por el camino mas corto. Sigue la medida de Sevilla y su Semana Santa.


No llegues tarde al templo. Si llegas a buena hora verás crecer el bosque de hermanos, de capirotes, verás crecer la arquitectura de la cofradía. Cada instante tiene su encanto. Formar los tramos, las preces, la confesión, la conversación intima con tus titulares en los pasos.

Llega la hora de salir. Deja que el pulso no tenga freno. Que te estalle la luz de Sevilla en los ojos, o el frescor de su madrugada. Dejate inundar por las miradas expectantes de tantos cofrades que esperan a tu Señor.

Estate atento. Tu cofradia tiene unos tiempos y una medida. No te despistes y manten la compostura. Aprieta los dientes si te cansas. Tienes todo el año para descansar. Tendrás que ser paciente con quienes aguardan los pasos. A veces se cruzarán indebidamente. No es una lucha, se comprensivo.


Deja las tertulias para los trescientos sesenta y cuatro dias restantes. Mira al frente. Es tu camino. Tu lo has elegido. Le debes respeto y memoria a quienes te enseñaron lo que significa una estación de penitencia. En ese momento no eres solo tu, sino que eres un pedazo de tu cofradía. Tu conducta es espejo de los demas. Se que sabrás estar a la altura.

Y sobre todo reza. Piensa en tantas cosas en las que dejaste de pensar porque la vida marca otra velocidad. Acuerdate de los tuyos, de quienes te necesitan, de quienes esperan de ti tantas cosas. Sueña con ser alguien mejor. Entrega tu cansancio al Señor y a su Madre.

Emocionate. Pasas por esas calles muchas veces. Hoy llevas tu túnica. Pasas con tu hermandad. Que grande.

Se permite el escalofrío al cruzar tus miradas con tu gente, con tus amigos. Deja que fluya esa corriente de sentimientos. Mañana serás tu el que busque sus ojos tras otro antifaz en otra cofradía. Dialogos de emociones de Sevilla.

Llegará la hora de entrar. Todo ha ido bien, Estas de nuevo en el templo. Si es posible, alejate a un rincón de la iglesia o capilla, y mira tu cofradía recogiendose. Observa como todos están en su sitio. Ya llegan los pasos. Se cierran las puertas. Reza por quienes ya sostienen su cirio en el cielo.

Vuelve a casa despacio. Saborea el regreso. Recuerda: en silencio y por el camino mas corto. Que no me entere yo que te quitas el capirote o manchas tu habito nazareno con la falta de respeto de dejarte ver por bares o veladores. Todo tiene su tiempo. Ya habrá momentos para el recuerdo y la conversación. Haz que se perciba esa huella que deja un nazareno que pasa de vuelta, en silencio, ante las miradas calladas de quienes se cruzan.

Otra vez en casa. Dejas atrás tu alegría, para encontrarte con otra alegria al cruzar tu puerta. Fijate que las horas que te parecieron largas ahora las percibes como lejanas y breves. Pero no temas, la esperanza te deja un año entero para soñar con volver a vivir todo esto.


Falta semana y pico, hermano. Como te digo, llega la hora de sentirte nazareno de Sevilla. No lo dejes pasar.