lunes, 24 de marzo de 2008

Pascua

Esto ya lo has sentido antes. Ocurre que la memoria es corta para este sentimiento amargo de la nostalgia. Ya no recordamos la tristeza del año pasado, tan solo tenemos presente el gozo inenarrable de estos dias grandes que se han evaporado con tanta rapidez.

Hoy, Lunes de Pascua, es un día grandioso en la Cristiandad. Por eso resulta difícil asimilar esta contradictoria pena que te inunda. Hoy te has levantado más temprano, pero enseguida te ha invadido el desánimo. No hay esa prisa emocionada por salir, por ir al encuentro. No tienes que preparar “pograma”, radio, itinerarios. No vas a cruzarte con nazarenos de ida. Ni hay templos abiertos a la belleza de estos dias pasados.
Tu habitación, tu casa es un melancólico desorden. Programa de mano, cintas de solapa, la papeleta doblada donde la dejaste tras volver de la estación. La túnica y el capirote aún anda por allí, como si la envolviera un silencio que no sabes descifrar aun.

La respuesta a todo esto está en ti mismo, pero es demasiado temprano para darte cuenta. Eres afortunado por haber podido vivir otra nueva Semana Santa. Despertarás de un momento a otro cuando vuelvas a ver a tus titulares donde siempre te están aguardando, y cuando vuelvas a encontrarte con quienes compartes esta vivencia cada día del año. Sabrás asumir que todo tiene ocurrir de esta manera para que el misterio de nuestra fe renueve su camino. Y también sabrás que tienes el alma llena de recuerdos, de instantes, de cercanías y de emociones que no se volverán a repetir iguales, pero que te hacen soñar cada día con la vuelta, con la llegada, con esa espera maravillosa que desemboca en primavera.

Dale a cada tiempo su afán. Y a esta semana que parece vacío, dale ese tiempo que ahora crees que se ha ido, pero que es tiempo ganado, ya lo verás. Tiempo ganado a la vida, a la memoria y a los recuerdos.

Cuenta lo que has visto y lo que has sentido. Compártelo con los tuyos. Y no olvides que en tu Casa de Hermandad desde hoy se prepara una nueva Semana Santa.

Y siempre, siempre, demos gracias a Dios y a su Bendita Madre por dejarnos ser parte del cielo durante estos siete días.

Resucitó.