domingo, 11 de septiembre de 2011

Semana Santa 2011. San Bernardo.


Nunca sabias que te iba a deparar el dia.

Desde los chaparrones de la mañana del Lunes, y luego el Martes perdido, ya desconfiabas de lo que estaba por venir, que finalmente fue una Semana Santa que se marcho sin terminar de llegar del todo.


Y esos nublados del Miercoles te hacían temer lo peor. Ya desde Nervion se anunciaba la Sed de Cristo, y, enfilados los pasos hacia ese puente tan cofradiero, el calor te golpea en la frontera del viejo arrabal.

Todo se hace categoria, estampa de buena fotografia lo mires por donde lo mires. Una multitud alfombra el discurrir del Cristo de la Salud, que te regala una silueta de fe en cada chicotá, en cada revirá, de lejos o de cerca.


El paso se empina por el puente, y la Giralda parece un aviso en la lejanía. "Aqui estoy, te espero. Ven a verme".


Y a verla va un barrio entero. Con su Cristo, con su Refugio. Con sus penas y alegrias. Con categoria por encima de todo.


Los ojos de una pequeña se mantienen muy abiertos. Aun no lo sabe del todo, pero empieza a tener constancia de que habrá en su vida una cita cada Miercoles Santo para ver venir y marcharse, venciendo nublados y bajo sol de justicia, a un crucificado torero que hace estallar la belleza de un contraluz o la elegancia de un perfil majestuoso cuando va buscando la Alfalfa en la tarde, cuando aun faltan muchas horas para que la historia resucite en los nombre antiguos de las calles de su barrio cuando la noche recibe a su cofradía de vuelta.