jueves, 15 de septiembre de 2011

Semana Santa 2011: La noche sin Ti


Y que te digo yo, Padre Nuestro. 

Si esa noche fue menos noche de Sevilla. 


Si dolian en el alma esos goterones inmisericordes que golpeaban las tunicas de ruan negro que se dirigían a tu Basilica. Como hieren el corazón los sonidos de las gotas de lluvia cuando martillean la tunica que llevas todo el año aguardando vestir. 

Se hacia gris lo que debía ser emocion de Viernes Santo. Pisabamos suelo mojado camino de San Lorenzo. Entrabamos al templo con esa cara que mezcla la responsabilidad con el sinsabor.


No iba a ser posible. Otra noche sin Ti. 


Cirios en los carros. Sin tacto de cera en las manos. Solo la sequedad del esparto te acompaña en esa lenta espera. Una voz te lo anuncia. La triste suerte esta echada. El dintel no te verá cruzar a tu Plaza. Ni saeta rasgara el velo de cera tiniebla. El martillo no retumbará en el templo. La Zancada no parará el tiempo de manera poderosa.


Hay poca luz en el interior, y un fondo de tunicas negras se adivina en la foto de esa misma madrugada. 


Otra noche sin TI, Señor. 


Y sin embargo, en la penumbra de las pocas luces de la Basilica, junto a los cirios de tus faroles....cuanta grandeza. ¿Como podria contarlo? En los ojos de tantos hermanos que clavaban en ti su mirada, se adivina otro Evangelio. Teniamos para ti todas las palabras y plegarias que este año no se iban a decir por las calles, todos los suspiros que se quedarían anclados hasta el año que viene, todas las lagrimas que no se derramarían por Sevilla. 


En ese instante de la noche, madrugada eterna sin cielo, porque hasta las nubes no se lo quieren perder, el Señor del Gran Poder es mas humano, y a la vez más divino, que nunca. Su mirada atraviesa cada corazón que se planta ante El. Y te sientes infinitamente privilegiado de ser otro ruan negro del Hijo del Hombre. Y de recibir un infinito consuelo de dulzura que se llama Mayor Dolor y Traspaso.

Luego vinieron las puertas que se abren, y la multitud que no te dejo solo, Padre.


Vendran otras Madrugadas, otras noches de Sevilla para Ti. Y estaremos, si Tu quieres. 

Gracias Señor, por lo recibido y por lo que nos queda por vivir contigo. 


In Manu Eius Potestas et Imperium.