domingo, 27 de abril de 2008

Luz de Abril para el Señor de Sevilla







Hoy no era Madrugada. Ni hacía ese frío de los ultimos años. Tampoco era Viernes. Era domingo, era abril, lucia un sol maravilloso y sevillano, y el calor era intenso.










Y sin embargo, era la misma fuerza, las mismas gentes, la misma fe, la misma ilusión, la misma entrega, los mismos padres, las mismas madres, los mismos hijos, los mismos nietos, los mismos nervios, la misma alegría, las mismas lágrimas, la misma emocíon, los mismos rezos, las mismas promesas, las mismas oraciones calladas, la misma saeta, el mismo silencio, la misma plaza, el mismo suelo, la misma Sevilla, el mismo Poder de Dios, la misma Madre del Cielo, los mismos suspiros, las mismas miradas, los mismos besos al aire, las mismas manos que santiguan, los mismos hermanos, la misma gloria...












La camapana de San Lorenzo anunció las 11:30. Se abren las puertas de la Basilica. Una plaza abarrotada y unas calles adyacentes que esperan.










Una cruz de guia que abre el silencio como por ensalmo. Un cortejo de hermanos antiguos, y el Señor de nuestros padres. Una saeta que suena.






El Señor se aleja, pero no abandona del todo la Plaza hasta que sale la Madre del Mayor Dolor y Traspaso.


Hoy hemos dicho adios a San Lorenzo por unos meses. La Fe de Sevilla puede entenderse visitando desde mañana mismo la iglesia de Santa Rosalia.