martes, 17 de febrero de 2009

El eco del dolor

No eres dueño del teclado para escribir estos dias, porque la rabia se agarra a las teclas ahora que ves por la tele, en la radio, en el papel, tanto dolor en una familia y en una sociedad.

No entiendes porque pasa esto, porque la juventud se trunca de este modo, porque la muerte se abre paso en lugar de dejar pasar la vida que queda por delante.

Marta del Castillo se suma a una lista de lagrimas y penas, que es demasiado larga y cruel. Y no sabemos que decir ni como explicar.

Y la angustia nos invade porque, quienes somos padres pensamos que Marta podia haber sido hija nuestra. Si. Pero, ojo, que casi nadie piensa que tambien Miguel, o sus complices, podian haber sido hijos nuestros.

Por eso hay tanto que pensar. ¿Cual es nuestro papel frente a una generacion a la que hemos dado riendas de libertad y solvencia economica, pero sin decirles como deben manejarse? ¿Hemos borrado la frontera de los limites, de las pautas, de los valores, y se ha instalado el "todo vale"?

Y encima tienes que luchar contra esas entrañas revueltas que te impiden estar sereno y que claman contra esta sinrazon de tanta muerte violenta. Padre, perdonanos.

Todos somos Marta, si, pero tambien somos posibles padres de muchas Martas y muchos Miguel. Pidamos a los poderes publicos que hagan su trabajo, y que lo haga bien. Pero pidamonos a nosotros mismos que hagamos algo en el dia a dia de nuestros hijos.

Descansa en paz, querida Marta. Dejas un eco de dolor en tu familia, en la calle. Dejas un pupitre de un aula, dejas un hueco en cualquier bulla del Viernes Santo, y ese incienso sin quemar. No es justo.

Que el Señor se apiade de los cobardes que juegan con las vidas. Y nos de fuerzas para saber llevar a nuestros jovenes por otra senda.