Uno es de los que acostumbra a ver el vaso siempre medio lleno, y por eso la defintiva restauración y apertura del Salvador es una noticia maravillosa para todos sin excepción. La recuperación de un emblema artistico de la ciudad se ha consumado, y ya habrá tiempo para irnos acostumbrando a su nuevo régimen ahora que ha dejado de ser parroquia. Pronto asistiremos al retorno a casa de las Hermandades que hubieron de salir de alli, y en cuaresma recuperaremos la visíón nostálgica e infantil de nuestra rampa (se pronuncia "rampla").
Pero aunque el vaso este medio lleno, el vacio es atronador. ¿Y SANTA CATALINA? Es terriblemente dolorosa la mezcla de imagenes de un templo como el Salvador, flamante, y el abandono total de Santa Catalina. Sin noticias de Dios por allí. ¿No hay perspectiva de recuperación de una de las joyas arquitectonicas sevillanas?
Parece infinitiamente inferior el respaldo mediatico existente en torno a la situación de Santa Catalina, que el que ha habido en torno al Salvador. Y al final de todo, entre culpas tuyas o mias, entre dinero que no hay, o dicen que no hay, entre pagalo tu que yo no puedo, dejamos que se nos venga abajo un templo emblemático. ¿Para cuando otra mañana de Jueves Santo con los pasos de "Los Caballos" en todo su esplendor, con todas las puertas del templo abiertas en un fluir lleno de vida?
A quien corresponda: Soluciones ya. Iniciativas ya. Dejemos de olvidar nuestra riqueza patrimonial hasta que sea, tal vez, demasiado tarde.
Manos a la obra.