martes, 22 de junio de 2010

Dios de nuestros padres, Señor de Sevilla

Señor, que dificil es ahora decir. Que complejo y contradictorio resulta poder unir las letras para que no Te desmerezcan.

Un impulso nos lleva al bramido, a la indignación, a la rabia contenida de la impotencia y el sinsentido. ¿Quien podria imaginar que nadie te alce la mano?

Pero nada de esto cabe en lo que enseñas, Señor que todo lo puedes, en lo que marca tu zancada, en la fuerza arrebatadora de unos ojos que rompen la Madrugada cuando tu paso deja la fe en su centro de dolor y esperanza. No te vamos a traicionar con actitudes impropias cuando eres balsamo y cauterio, sufrimiento y vida, poder y misterrio, dulzura y ternura, eres arrepentimiento y perdon, infiniita misericordia.

Hoy, el vacio de tu altar de Basilica, con esa Cruz que desvía las miradas al dolor de una Madre a la que le han vuelto a atravesar el corazón, hace silencio cualquier atisbo de ira.

Nos han tocado lo más sagrado, nos han zarandeado el alma. Y echamos de menos tu figura poderosa cargando con la cruz. Han sido, otra vez, como hace más de dos mil años, horas y noches de Pasion, de dolor y angustia, de incertidumbre y conmocion. Y tu cuerpo, otra vez, martirio de pecados y pecadores. ¿Cuantes veces tendrás que sufrir por nosotros?

Volverás con nosotros, pero la noche triste de un domingo que queria dejar atras la primavera ya no nos la quita nadie. Ni tampoco el hastio de seguir soportando el escarnio y la falta de respeto a nuestras creencias.

Enseñanos a perdonar, Señor, que ya sabes lo que nos cuesta a veces. No imagino que pasa por la cabeza de quien te puede afrentar.

Y vuelve pronto, que San Lorenzo se vuelve sombrio sin Ti, que la ciudad esta más palida sin su Señor.

Porque "in manu ejus potestas et imperium".